martes, 5 de mayo de 2015

¡Buenos días Barcelona!

Nunca imaginé que mi primer día en Barcelona tendría que pasarlo en el piso del amigo de una amiga, ni que tendría que cargar 25 kilos en maletas subiendo y bajando por las escaleras infinitas del metro, tampoco imaginé lo difícil que es encontrar dónde vivir y que cuando al fin lo encuentras siempre resulta muy caro. Tampoco imaginé que mi segundo día en Barcelona conocería la Sagrada Familia, ni tampoco que volvería a cargar las maletas, que llegaron a parecerme toneladas, en las miles de subidas del Barrio de Gracia. Ni siquiera me pasó por la mente caminar todo lo que he caminado oliendo las calles llenas de jazmines y gardenias,  mucho menos que fuera tan fácil llegar al mar que no huele a mar. Tampoco que cuando la gente habla pareciera que me están regañando, ni que aquí eso de peinarse no esté tan de moda, obviamente tampoco esperaba que los bocatas fueran el único alimento de cada día, que el agua fuera tan cara y que prefiera tomar cerveza aunque la odie sólo porque es lo mejor para el bolsillo. Supongo que aún quedan muchas cosas por descubrir en este lugar en el que a veces todo pareciera un error, en el que encuentro flores en la calle y que después guardo en libros o que pongo en el florero, pero también supongo que Barcelona nunca se equivoca o, al menos, eso espero.

                            


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