martes, 5 de noviembre de 2013

Búsqueda


Te busco en el silencio,
en las tardes de mi infancia,
en tus zapatos vacíos
y en la tristeza de mi alma.

Te busco en el trozo de poesía que olvidé
y en el que todavía recuerdo,
en el periódico dominical
y  en un dieciocho de febrero.

Te busco en el mar,
también en la arena,
en mis libros de anatomía,
y en tu cama vacía.

Te busco desesperadamente en esa luna lunera,
en las canciones de tu juventud,
en el olor de las medicinas
y en el trazo de tu letra.

Te busco en tu escritorio,
en la silla enorme que ya nadie ocupa,
en una palabra en francés
y en mis oraciones nocturnas.

Te busco en los gestos de mi padre,
en los ojos de mi abuela y  su mirada perdida,
en mis pasos veloces
y en los años lentos que borran tu risa.

Te busco en otros abuelos y en sus memorias,
en libros de cuentos  para ir a dormir
y sólo encuentro susurros lejanos
de cientos de historias que no habrán de venir.

Te busco, te busco y no te encuentro,
en el cielo de octubre con su noche estrellada,
en el aroma dulce de un blanco jazmín,
en la melancolía de las tardes lluviosas
y en ese universo inventado por ti.

Podría buscarte toda la vida,
sentir que existes, etéreo,
creer que eres un soplo de nostalgia,
un camino, un anhelo
y pensar que no te extraño,
aunque sepa que no es cierto.